El incendio alegre – Søren Kierkergaard.

kierkegaard
Søren Kierkegaard (1813-1855)

«¿Qué es un poeta? Una persona desdichada que oculta hondos sufrimientos en su corazón, pero cuyos labios son de tal naturaleza que si de ellos brotan sollozos y alaridos, suenan como una bella música. Le sucede como al desdichado que era torturado lentamente, a fuego lento en el toro de Falaris, y cuyos alaridos no llegaban hasta los oídos del tirano para horrorizarle, pues a éste le sonaban a dulce música. Y las personas se apiñan en torno al poeta y le dicen: vuelve a cantar, es decir, deja que los sufrimientos atormenten tu alma y que tus labios conserven su anterior forma; pues el alarido no haría sino angustiarnos, pero la música es deliciosa. Y los críticos intervienen diciendo: cierto es, así ha de ser según las reglas de la estética. Ahora bien, se entiende, un crítico se asemeja también a un poeta como una gota de agua a otra, con la salvedad de que aquél no tiene sufrimientos en el corazón ni música en los labios. Y por eso prefiero ser porquero en Amager y que me entiendan los cerdos, antes que ser poeta mal entendido por las personas».

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«Pero qué absurdas son las personas. Jamás usan las libertades que tienen, mas exigen las que no tienen; tienen libertad de pensamiento, exigen libertad de expresión».

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«Tengo valor para dudar de todo, eso creo; tengo valor para luchar contra todo, eso creo; pero no tengo valor para conocer; no tengo valor para poseer, para tener. Hay tantos que se quejan de que el mundo es tan prosaico que en la vida las cosas no son como en las novelas, donde las circunstancias parecen siempre de lo más favorables; yo me quejo de que en la vida no pasa como en una novela, en la que se dispone de padres de severo corazón, duendes y trols a los que combatir, princesas encantadas a las que liberar. Pero qué son todos esos enemigos juntos frente a las pálidas, exangües, longevas figuras nocturnas con las que combato y a las que yo mismo otorgo vida y existencia».

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«¿Qué ha de llegar? ¿Qué traerá el futuro? No lo sé, no presagio nada. Cuando una araña se arroja desde un punto fi jo hacia abajo, hacia sus consecuencias, siempre ve ante sí un espacio vacío en el que no puede hallar apoyo por mucho que se estire. Eso mismo me sucede a mí: por delante, siempre un espacio vacío; lo que me impulsa hacia delante es una consecuencia que se halla detrás de mí. Esta vida está trastornada, es horrible; no se puede aguantar».

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«En un teatro se declaró un incendio en los bastidores. Salió el payaso a dar la noticia al público. Pero éste, creyendo que se trataba de un chiste, aplaudió. Repitió el payaso la noticia y el público aplaudió más aún. Así pienso que perecerá el mundo, bajo el júbilo general de cabezas alegres que creerán que se trata de un chiste».

— Søren Kierkergaard

Fragmentos de Diapsálmatas, 1842. Hermida Editores, 2015. Traducción del danés: Enrique Bernárdez. (*)